Hablamos con Cristina, una joven emprendedora chilena que actualmente vive en Barcelona y es propietaria de ATAR, una marca de moda sostenible que busca aportar valor tanto a nivel social como medioambiental. ¡Vamos allá!
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¿Qué te hizo tomar conciencia con el medio ambiente?
- Cuando comenzamos a planear la idea de negocio, no queríamos que fuese un proyecto de consumo sin más y que sólo se centrara en generar ingresos. A partir de ahí, empecé a ser mucho más consciente tanto en mi trabajo como en mi vida personal. Por ejemplo, soy una persona a la que le gusta mucho viajar, y de hecho cuando fui a Nueva York me impactó la suciedad que había. A día de hoy cada vez que visito sitios nuevos, me fijo en este tipo de detalles.
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¿Por qué decidiste montar tu propio negocio?
- Me atrae muchísimo la idea de pensar que algún día voy a poder vivir de un proyecto que nació de mí. Sobre todo si el negocio aporta un granito de arena al planeta y soy feliz trabajando en él. El momento en el que decido montar mi propio negocio fue un poco gracioso, ya que todo surge de un sueño de mi socia en el que montábamos nuestra empresa. Poco a poco fuimos afinando la idea hasta convertirla en algo real, se puede decir que fue un sueño hecho realidad de forma literal.
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¿Cuáles fueron las dificultades de los inicios?
- Entender cómo funciona la creación y la puesta en práctica de un negocio, además de todos los temas legales que esto implica, que no son pocos. Fue un poco estresante al principio, ya que comenzamos juntando dinero en un crowdfunding recaudando 2 mil euros, pero acto seguido no sabíamos cómo generar las facturas. Una semana de locos pero valió la pena.
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¿Qué te aporta a nivel personal?
- Me genera una gran satisfacción poder dar empleo a otras personas y que juntos como equipo podamos vivir de este trabajo. Tengo muy buena relación con todo el equipo y a nivel personal eso me llena mucho.
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¿Cuál es el producto que te hace sentir más orgullosa? ¿Por qué?
- El primero que hicimos sigue siendo el que me hace sentir más orgullosa: las corbatas. Son 100% sustentables ya que están hechas con sobras textiles de otras producciones. Además, hemos logrado perfeccionar muchísimo su fabricación ya que la costura a mano es un oficio que poco a poco ha ido desapareciendo. ¡Todo un desafío!
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¿Cómo aplicas la filosofía de tu empresa en tu día a día?
- Cada vez voy añadiendo nuevos gestos que aportan, desde comprar a granel con mis tarros de vidrio, hasta comprar ropa de segunda mano. Siempre intento cuestionarme si lo que estoy haciendo se podría hacer de una forma más sustentable. ¡Es la clave! Además, también doy consejos a familiares y amigos con pequeños trucos muy sencillos pero que generan un gran cambio.
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¿Cómo te ves dentro de 10 años?
- Me veo en un espacio donde conviva la creatividad, la fabricación y la exposición de nuestros productos. Un lugar donde los clientes visualicen de dónde vienen y cómo se hacen nuestros productos.
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¿Cómo conociste Roll’eat?
- Un día fuimos de picnic a la playa y un amigo llegó con una bolsita de tela muy mona llena de frutos secos. Como me atrae mucho todo lo que sea sostenible, enseguida averigüé que era el porta snacks de Roll’eat. Y desde ese día que conocí a la marca me fijo, de hecho no hace mucho vi a una chica comiendo en el parque con un porta bocadillos de Roll’eat.
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¿Qué es lo que más te gusta de nuestra marca?
- Me gusta que además de preocuparse en ofrecer un buen producto que cuida del medio ambiente, los diseños son súper variados y entretenidos. Ah, y además de usarlos en mi día a día, ¡son perfectos para regalar!
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¿Cuál es tu producto favorito?
- Los porta snacks son los productos a los que mayor utilidad les doy, me gusta mucho eso del “pica pica”. Si tuviera que decir cuál es el modelo que más me gusta, sería el Snack’n’Go Bio Verde, es el que tengo y es una monada. Además, pertenece a la colección fabricada con algodón 100% orgánico y está producido en España… en definitiva, ¡dice mi nombre!