Tanto los residuos de plástico como el desperdicio de alimentos suponen un gran reto para la sociedad. ¿Sabías que en España se tiran al año 1.300 millones de kg de alimentos a basura? Los envases de plástico se destinan a menudo como medio para evitar este desperdicio de alimentos pero no han aportado una clara solución. En Europa la demanda total de plástico es de 49 millones de toneladas, de los cuales el 40% se utiliza en el envasado, envases que en su gran mayoría no encajan con los objetivos de la economía circular.
Para tu hogar seguro que encuentras a diario en los supermercados productos que vienen envasados en plástico pero que no necesariamente te ayudarán a reducir el desperdicio alimentario. ¿Cómo puedes evitarlo? Si llevas un buen hábito de compra, una dieta equilibrada así como una correcta conservación y preparación de los alimentos, podrás reducir el desperdicio alimentario de forma efectiva en tu hogar. Los envoltorios reutilizables y los consejos tradicionales de transporte y conservación de los alimentos pueden ayudarte también a obtener la misma funcionalidad de aquellos envases de un solo uso.
De la misma forma que en muchos hogares se desperdician alimentos, en los servicios de restauración nos encontramos con una situación similar. Estos establecimientos son grandes productores de residuos, tanto de alimentos como de envases. Por suerte, cada vez más son los que integran por ejemplo materiales reutilizables para envolver sus pedidos a domicilio. Sin ir más lejos, hace nada nos encontrábamos con la aprobación de la ley contra el despilfarro alimentario en Cataluña. La ley nos debe ayudar a conseguir nuestros objetivos, y es que se propone reducir el 50% el desperdicio alimentario en 2030. ¿Lo conseguiremos?
Relación entre los envases de plástico de un solo uso con el aumento del desperdicio alimentario.
Si miramos a nuestro alrededor a la hora de hacer la compra nos encontramos con un entorno rodeado de productos envasados. Parece que el plástico de un solo uso lo ha invadido todo, pero, además de esto, ¿Son realmente una garantía de conservación para los alimentos? O ¿Son una de las causas del actual desperdicio alimentario? Vemos muchos envases que nos obligan a comprar una cantidad determinada de producto que puede ser superior a la realmente necesitamos, y por tanto, lo más probable es que acabe olvidado en un armario y en la basura. Este tipo de envasado en la mayoría de ocasiones no nos permite comprar las unidades de alimento que realmente queremos o el peso aproximado que queremos. ¡Es una faena! Esto puede llegar a explicar que haya crecido simultáneamente el uso de envases de plástico de un solo uso de alimentos y, de forma paralela, el desperdicio alimentario también. Y es que seamos sinceros, vivimos en una sociedad que despilfarra aproximadamente un 40% de las frutas y verduras.
La Comisión Europea asegura que un 42% del desperdicio alimentario se produce en nuestras casas y un 39 % en la fase de selección y empaquetado. El problema estaría por tanto resuelto si lográramos reducir el derroche en estos dos sectores, tanto en nuestras cocinas como en los almacenes de los productores.
¿Otro modelo es posible? Está claro que las cosas deben cambiar en el actual modelo de cadena alimentaria. Este cambio ya se puede ver en cada vez más ciudades con tiendas a granel, venta a domicilio en envases reutilizables, cadenas de distribución más cortas…
Echando un vistazo a la sección de frutas y hortalizas puedes confirmar lo mucho que queda por hacer, la racionalidad brilla por su ausencia. Algunos productos no deberían ir envueltos en ningún tipo de envoltorio, bolsa o bandeja… Zanahorias, tomates, cebollas sin ninguna posibilidad de ser comprados por unidades. Es decir, o te llevas la bandeja con su plástico y las 10 zanahorias que van en ella o no te llevas ninguno. Y qué decir sobre esas frutas peladas y cortadas en bandejas… ¿Son realmente necesarias para todos?
¿Qué razones existen para esta plastificación?
Los motivos por los cuales las frutas y verduras vienen en ese tipo de embalajes son la higiene y protección de daños. Debemos tener en cuenta que gran parte de alimentos ya vienen dotados de pieles y envoltorios resistentes para golpes u otro tipo de problemas sin afectar su parte comestible. ¿Entonces por qué no reducir en embalajes?
Otra razón podría ser la comodidad para el consumidor. Algunas frutas y hortalizas, no todas, pueden llegar a manchar, pero si tenemos nuestro propio envoltorio, bolsa o bandeja, evitamos tanto desperdicio. ¿No crees? Además, envasar así los alimentos no nos suele permitir en la mayoría de las ocasiones comprar las unidades que necesitamos.
¿Por qué esta “momificación” de alimentos no es buena?
Primero porque te llevas más comida de la necesaria, sobre todo en el caso de las bandejas grandes. Aumenta la probabilidad de que parte de ese alimento no lo llegues a consumir y por tanto que se estropee con el paso del tiempo.
Segundo, muchas cantidades de comida no llegan ni a los círculos de comercialización por no tener una apariencia perfecta para ser empaquetada para el consumo.
Tercero, los alimentos que vienen envasados ocupan más espacio tanto en los transportes como en las despensas y las neveras de los consumidores. Lo primero provoca un aumento de las emisiones de CO2 al tener que hacerse más viajes para transportar un cargamento, en comparación a si el alimento fuera sin envoltorios. Lo segundo nos perjudica en todas nuestras casas.
Ah, y por último no olvides que también aumenta el precio del alimento al añadirle plásticos, cajas y demás…
Por tanto, compra de forma racional, lo que vayas a consumir, y si necesitas envolver algún alimento, que sea con envoltorios reutilizables. ¡Todo suma!